jueves, 23 de septiembre de 2010

Dos tardes a la chilena

El lunes y martes estuvimos reunidos un grupo de chilenas y chilenos en La Cuesta, para hablar del bicentenario y la sociedad chilena actual (o el vil-centenario, como lo llamarían los mapuche). Este encuentro estuvo organizado por el grupo Amigos de Chile.

Este grupo es bastante interesante, principalmente porque como dice Pedro Zerolo, tienen una forma de ver la nacionalidad que es expansiva, participativa, inclusiva. Practican el folclore y lo comparten junto a otros grupos, incluyendo el folclore canario. Bailan lo mismo una chueca que una isa y comparten las tradiciones con alegría y sentido de equidad. Por eso mismo me dio un poco de pena tener que confesar y advertir a Orlando, su organizador mi postura crítica frente al bicentenario. La “conferencia” que me tocó dar iba sin práctica, es decir nunca la di sentada en mi cama, contando el tiempo. Fue un poco a capella y se sostuvo en algunos de los tópicos que vergonzosamente aun nos enorgullecen y en algunas realidades inmediatas. Luego hubo un debate en el que también tuve el privilegio de participar en la compañía del Trabajador social y Master en teología Josué Fonseca, un tipo bastante íntegro que partió con datos duros (como suele pasar) y que al final y contrariamente a la primera impresión que tuve, también guardaba una postura bastante crítica respecto a muchos temas que alcanzamos a ver.

Entre lunes y martes hablamos entonces de la Guerra del Pacífico y la vergonzosa rivalidad que los Gobiernos tan bien han rentabilizado respecto de nuestros vecinos inmediatos, específicamente Perú y Bolivia. Realidades construidas y que en el momento de los “kuibo” no se sostienen por sí mismas. Hablamos de los cambios que ha experimentado Chile en los últimos años, de la actualidad y de las vergonzosas violaciones a los DDHH del pueblo mapuche, hablamos del saqueo del agua y la cultura indígena en el pueblo aymara, y con sólo un botoncito de muestra, de la situación de las minorías sexuales en Chile y de la mujer.
En las intervenciones, debo agradecer que el lunes Ernesto aclarara que la rivalidad con peruanos y bolivianos fuera más fuerte en el norte y que actualmente la hostilidad tiene más bien relación con las fuertes oleadas de inmigrantes que se concentran en Santiago, un fenómeno “nuevo” que pasa por el tema económico, por así decirlo. Luego Cristian entregó sus propia perspectiva mucho más optimista, relacionada con el crecimiento económico y aumento de oportunidades.

Josué terminó haciendo un llamado a recuperar nuestros colores y la capacidad de crear y mirarnos.Yo me despedí con la esperanza que pal verdadero bicentenario lleguemos con mejor pie.  Finalmente el lunes vimos “El Regalo” que fue un auténtico ídem (con actrices y actores clásicos del cine y serias chilenas) y el martes a Coco Legrand... para cerrar con risas, que exorcisan cualquier raspadura que hubiera podido quedar de la crítica. Dos tardes encantadoras.
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jueves, 2 de septiembre de 2010

miércoles, 11 de agosto de 2010

Los mandatos de género y el blog


Hay que decirlo.
No es fácil escapar de los mandatos del género. Hay que estar tan alerta como en el juego de las órdenes al revés, al que es difícil sobrevivir, básicamente porque estamos acostumbrados a hacer lo que se nos dice, a “seguir al líder” y en el tablero del juego de la vida de las mujeres “el líder” suele ser cualquiera, menos nosotras mismas.

Y cuando no tenemos “líder” nos ponemos a buscarlo, algunas veces de manera desesperada y patética (punto al que espero nunca haber llegado). Esperamos que haya alguien más que nos “autorice” a sentirnos dignas de ser amadas por nosotras mismas, por lo general a través de un “te amo”, qué importa lo que haya que ofrecer a cambio. “Si él me ama”, “si ellos me aprueban” “si les parezco guapa” es que ya puedo amarme yo, ya puedo aprobarme, ya puedo respirar tranquila, etc. Es decir, obedecemos a pie juntillas el mandato de género que cae sobre las mujeres: ser para los demás en vez de ser para ser mi.

Bueno todo este circunloquio para decir que llevo meses sin escribir este blog. Meses. Y para confesar uno de los factores que me ha detenido es el pensar que tenía que tener “cara” después de tener a amig@s y lector@s tanto tiempo sin notas, venir a escribir de lo que fuera. Me he pillado, menos mal, por lo que declaro:

Escribiré este blog cuando me de la gana, aunque pase mucho tiempo entre un post y otro… Y cuando escriba, lo mandaré a mis amig@s, que seguro que lo disfrutarán… y sino lo disfrutan, eliminarán el correo antes de abrirlo y todo bien.

sábado, 2 de enero de 2010

Líneas de impresión

A modo de confidencia con todas aquellas personas que tropiecen con este blog, debo confesar que hoy por la tarde me di cuenta que tenía 35, de los que más encima me queda poco. Me miré primero de reojo y tuve una visión de lo que será mi cara en 10 o 15 años y en principio, creo que no me gustó. Nada en contra de envejecer, ya que tengo planes vitivinícolas para mi proceso (envejecer como el vino), pero sí, porfiadamente, en contra de dejar de ser lo que soy. En fin, lo del perfil nunca fue mi mejor ángulo. Pero ése no es el punto.
Hace unos meses escribí que yo no tenía porqué saber, que sólo era una niña con líneas de expresión a los lados de mi boca... líneas que con el tiempo hacen su acto de presencia más evidente (insisto, no tengo nada en contra de las líneas de expresión si vienen cuando deben venir y al ritmo que deben, que no es el caso). Hay quien dice que estas líneas las tengo hace más de 4 años, otras tantas personas me dicen que se marcaron mucho cuando estuve en Chile... el tema tampoco son las líneas, sino lo que representan: Los momentos de amargura que ya no se han de retirar de mi cara y se plasman lo que debería ser el fin de "la edad de la inocencia" en su sentido pseudo literal. Esto lleva tareas importantes:
1) Aprender a distinguir las oportunidades de alegría y felicidad (que no son lo mismo, aunque una buena cuota de la segunda, a mi humilde modo de ver, sea parte esencial de la primera) de los espejismos que otros arman para su propia satisfacción, aprender a distinguir entre ellas e identificar sus precios vitales.
2) Una vez hecho esto, aprender a no dejar de lado las oportunidades de viajar mi vida en el "modo felicidad", porque como ya sabemos la felicidad no es una terminal de la vida sino una forma de viajar.
3) Aprender a no dejarme llevar por la falsa esperanza de "a ver si mañana si sale bien y soy feliz". Mañana habrá más líneas de impresión de más cosas en mi cara y yo no quiero esperar a que mi cara se llene de ellas... eso fuera de la posibilidad de que no llegue a ese momento.
Y la cuarta y más importante... es la que prefiero reservarme.