A modo de confidencia con todas aquellas personas que tropiecen con este blog, debo confesar que hoy por la tarde me di cuenta que tenía 35, de los que más encima me queda poco. Me miré primero de reojo y tuve una visión de lo que será mi cara en 10 o 15 años y en principio, creo que no me gustó. Nada en contra de envejecer, ya que tengo planes vitivinícolas para mi proceso (envejecer como el vino), pero sí, porfiadamente, en contra de dejar de ser lo que soy. En fin, lo del perfil nunca fue mi mejor ángulo. Pero ése no es el punto.
Hace unos meses escribí que yo no tenía porqué saber, que sólo era una niña con líneas de expresión a los lados de mi boca... líneas que con el tiempo hacen su acto de presencia más evidente (insisto, no tengo nada en contra de las líneas de expresión si vienen cuando deben venir y al ritmo que deben, que no es el caso). Hay quien dice que estas líneas las tengo hace más de 4 años, otras tantas personas me dicen que se marcaron mucho cuando estuve en Chile... el tema tampoco son las líneas, sino lo que representan: Los momentos de amargura que ya no se han de retirar de mi cara y se plasman lo que debería ser el fin de "la edad de la inocencia" en su sentido pseudo literal. Esto lleva tareas importantes:
1) Aprender a distinguir las oportunidades de alegría y felicidad (que no son lo mismo, aunque una buena cuota de la segunda, a mi humilde modo de ver, sea parte esencial de la primera) de los espejismos que otros arman para su propia satisfacción, aprender a distinguir entre ellas e identificar sus precios vitales.
2) Una vez hecho esto, aprender a no dejar de lado las oportunidades de viajar mi vida en el "modo felicidad", porque como ya sabemos la felicidad no es una terminal de la vida sino una forma de viajar.
3) Aprender a no dejarme llevar por la falsa esperanza de "a ver si mañana si sale bien y soy feliz". Mañana habrá más líneas de impresión de más cosas en mi cara y yo no quiero esperar a que mi cara se llene de ellas... eso fuera de la posibilidad de que no llegue a ese momento.
Y la cuarta y más importante... es la que prefiero reservarme.