De pura culpa me puse a
leer Ovallehoy. Todo porque cuando llamé a Angelo para preguntarle
qué pasaría finalmente con lo que fue La Central, lo primero que me
dijo fue “se nota que no lees Ovallehoy” y me dio cosa. Así de
ridícula puedo llegar a ser. Lo que pasa es que Angelo desconoce en
qué estado queda mi colon cada vez que me entero de que postulamos a convertirnos en Calama, San Felipe o cualquier otra cosa
que no deje rastro de lo que somos o lo que fuimos o lo que hemos
sido. Y la verdad no estoy por la autotortura. Recibí alegre la
noticia del reventón inmobiliario, a tiempo para que Chile no viva
lo que está viviendo España ahora mismo, con un nivel de cesantía
terrorífico y una cantidad de niños bajo la linea de la pobreza más
terrorífica aun, niños que desmayan en sus colegios por hambre (sí,
eso mismo), gente buscando en los contenedores de la basura restos de
comida (nada tan nuevo por estos lares), abuelos, adultos y niños y
niñas durmiendo en la calle, gente que trabajó toda su vida, en
fin. Nada importante para quien, sabiendo lo que hace, propicia estas
burbujas económicas y renta con ellas alegremente. Fue por la misma noticia del reventón que me
sorprendió que se fuera a demoler toda aquella casona, que tiene una
segunda planta aun en uso.
Por mi parte me doy. Al
menos por ahora. No han pasado muchos días desde que bajé con un
colectivero que estaba feliz de los nuevos armatostes y que pensaba
que había que deshacerse de todo lo que nos recordara nuestra
historia, por si venían los ocupa a hacer centros
culturales donde "se fuma, se toma y se mete bulla". Estoy hartita de estar
hartita y de que gente que estimaba se ría de mi en mi nariz,
contándome casos de supuesta corrupción urbanística como si fueran chistes
para reírse de mi cara descompuesta.
Eso, entre otras harturas, que no detallaré porque como ya anuncié, estoy hatita de estar hartita.
Eso, entre otras harturas, que no detallaré porque como ya anuncié, estoy hatita de estar hartita.