Esto lo escribí en junio, ante el
evento que nuestro alcalde financió como “Regalito especial para los papás en su
día” (cito prensa). Cuando vino Américo, (sí, el que canta “me obligas a odiarte” y “te advierto que voy a vengarme”) financiado
por nuestra municipalidad, y el cantante dijo a su equipo frente a cientos de personas “denle la
pastilla” refiriéndose a una admiradora que aparentemente subió al escenario a
saludarlo o cuando dijo “la dejé enferma” (cita textual de un artículo que
escribió en ese momento el periodista Paul Gallardo), no dije ni pío. Me limité
a leer el artículo y suspirar. No puedo ser la única loca del pueblo que pone
el grito en el cielo cada vez que pasan estas cosas.
Pero sucede que hoy, el señor
alcalde, que ha financiado mujeres para el placer visual de los señores y que
financió a un tipo que vino a enseñar a todo el mundo, con amplificación de
primer nivel, lo bonito y lo romántico que es sufrir por amor (la lección que
aprendieron cada una de las mujeres muertas en este país a manos de sus parejas
y sus ex) ha hecho aparición en un acto contra la violencia hacia la mujer. Después
de demostrar los discursos que valida a través del cantante aquél y a través de
la cosificación de las mujeres para el placer masculino, nos ha venido
a decir #Niunamenos. Aplaudido por supuesto por sus empleados. Se trataba de un
acto del todo institucional. Plagado de funcionarios y funcionarias municipales
que tomaban lugar en las sillas de público, además de algún funcionario de la
gobernación y algunas de servicios.
Y ahí llegó el hombre. Y yo no pude
con ello, le negué un beso de saludo y se lo enrostré abiertamente, aunque no sé
si fui muy precisa, porque me rondaba la idea de que el evento del día del
padre contaba con strippers, asunto del que realmente no tengo certeza, pese al
anuncio de “baile del caño”. Al final es una minucia. Las mujeres como regalo
para el día del padre “venga hombre, deje a su mujer en la casa (donde deben
estar) y venga a ver mujeres/cuerpazos de verdad”, es todo lo que faltaba en la
invitación, acompañada en prensa de fotos de mujeres ad-hoc. Pero no pasa nada.
Traer mujeres para la diversión masculina y pagar a un cantante para que nos
recuerde lo bonito que es sufrir y
amenazar por amor (y que las mujeres son casi siempre malas o prohibidas), no
tiene nada que ver: Sin importar mi granito de arena en la violencia social
contra todas, luego voy a un acto bien resguardado de mis empleados a decir “no
a la violencia contra las mujeres”. Perdón, pero tengo que reiterarlo: Tenga un
poquito de vergüenza, señor alcalde.