Me gusta que tu mano sea más blanca que la
mía,
aunque intuyo que también me gustaría
si fuera más oscura, chocolate, más rojiza
o amarilla, como dicen que es la piel
oriental.
Me temo que me pasaría lo mismo,
sólo por tener tu mano la particular virtud
de
pertenecerte
y despertar en mí la fantasía de verla
bajo tu mirada atenta,
creando..