Así se llamaba un poemilla que algunos recuerdan por allá. Sucede que la distancia suele hacer de lupa, y al irme al otro lado del planeta (concretamente a una isla de un archipiélago frente a la costa norte de África), he tenido que mirar la tierra más preciada de mis abuelos con otros ojos.
Esto no significa que todo Limarí me parezca súbitamente maravilloso e inmejorable, aún no me pilla el “sentimiento nacional Ovallino”, pero indudablemente todas aquellas “pequeñas grandes cosas” que le dan identidad, esencia y color a nuestra provincia cobran una encantadora nitidez, y me hacen sacar las cuentas que, en muchas cosas, y al contrario de lo que la mayoría de los viajeros internacionales pretenden hacernos creer, poco tenemos que envidiar de otros.
Esta declaración no es solo un elogio a las abuelitas de de los pueblitos más escondidos, a los jóvenes de Punitaqui, a los chicos de Comba, ni a las maravillosas personas que cada día hacen algo, por pequeño que sea, para que Ovalle sea una ciudad mejor, ni es sólo un elogio para los maravillosos paisajes del Limarí, nuestras exquisiteces culinarias, nuestra faunita y cordillera; también es una “reprimenda”, por creernos menos que otras ciudades de Chile y que otros países del mundo. He mostrado fotos de mi provincia en esta tierra, y quienes ven las imágenes quedan extasiados. Ya dos han decidido viajar a Chile, sólo para conocer la belleza de mi provincia en vivo. Y por supuesto, para no dejar pasar la vida sin antes haber comprado en la Feria de Ovalle de Chile, un vaso de Mote con Huesillos.
Esto no significa que todo Limarí me parezca súbitamente maravilloso e inmejorable, aún no me pilla el “sentimiento nacional Ovallino”, pero indudablemente todas aquellas “pequeñas grandes cosas” que le dan identidad, esencia y color a nuestra provincia cobran una encantadora nitidez, y me hacen sacar las cuentas que, en muchas cosas, y al contrario de lo que la mayoría de los viajeros internacionales pretenden hacernos creer, poco tenemos que envidiar de otros.
Esta declaración no es solo un elogio a las abuelitas de de los pueblitos más escondidos, a los jóvenes de Punitaqui, a los chicos de Comba, ni a las maravillosas personas que cada día hacen algo, por pequeño que sea, para que Ovalle sea una ciudad mejor, ni es sólo un elogio para los maravillosos paisajes del Limarí, nuestras exquisiteces culinarias, nuestra faunita y cordillera; también es una “reprimenda”, por creernos menos que otras ciudades de Chile y que otros países del mundo. He mostrado fotos de mi provincia en esta tierra, y quienes ven las imágenes quedan extasiados. Ya dos han decidido viajar a Chile, sólo para conocer la belleza de mi provincia en vivo. Y por supuesto, para no dejar pasar la vida sin antes haber comprado en la Feria de Ovalle de Chile, un vaso de Mote con Huesillos.
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