Hace algunos días que vengo recordando y haciendo recuento de mis amores violentos: Desde los 14, cuando casi no podía dormir por culpa del Pato Cereceda, hasta el "culpable" de mi traslado al otro lado del planeta. De estos amores, (que tampoco son tantos), hubo los que mataron y los que me dieron vidilla al menos por el rato que duraron. De los del segundo grupo, que son los más escasos, por que en general los que dan vidilla son poco violentos, puedo mencionar al pelao, que me estimuló emocional, intelectual, afectiva y materialmente, empujándome a quererme un poco más; al indio que me regalo deliciosas tardes muerta de la risa frente al ordenador, en vivo y en directo y se las ingenió para hacerme sentir querida por teléfono y para guardar coherencia en vivo (a lo mejor por el poco rato que estuvimos juntos), ademas de dejarme ver de refilón la niña que aún había "por ahí dentro", y que luego el señor T me mostró en todo su esplendor, abrazándola y haciéndome quererla, reconciliándome con ella sin darse cuenta, mirándola, aceptándola. .. el epílogo de esta historia, bello o feo, no está escrito.
De los otros... uy! digamos que hubo uno que duró un año al menos, violento, medio inalcanzable (al final no le dí ni un besito) y mortífero como el solo y otro que no habría podido sino traerme desdichas, pero menos mal que solo alcanzó a confundirme un rato. Porque, discrepando de Sabina y el señor T, lo bueno de los amores que matan... es que, o se transforman, o mueren... ¿o no?
Revisitando "El mago de Oz" (y II)
Hace 1 año
1 comentario:
Que dificil...Sabina es un dulce, pero es tbn de escribir demasiado con el estilo ese de que una frase la da vuelta y dice otra cosa, como en los amores que matan. Me parece bien, porque es el precursor en ese barrio de dar vueltas las frases, pero ya, Maestro, lo suyo es Superior, pero no se sienta obligado a seguir diciendo lo mismo, a no ser que tenga hambre con tanto divorcio, entonces sí, escriba lo que quiera que por mí está todo bien
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