viernes, 18 de julio de 2008

LUISMA

A veces me siento como una “LuisMa” del cosmos. Una individua que por situaciones vitales, de su responsabilidad absoluta por cierto, ha quedado hipodotada para varias cosas que en algún momento le fueron naturales (aunque no sé si la actividad “intelectual” al Luisma le fue natural alguna vez), entre ellas, para descifrar el código más simple y más evidente con que el bienintencionado universo pretende hacerle llegar lecciones que caen solas de maduras.

Sin ir más lejos, cuando me subí en la guagua el sábado pasado, me encontré que tenía de compañera de asiento (o de ventana, más bien) una perseverante avispa que subía lentamente por el vidrio buscando la ventana de arriba, que estaba abierta. Aunque no la vi herida, la criatura no volaba por alguna razón. El bichito subía caminando vidrio arriba y cuando estaba a una palma de llegar a la abertura, resbalaba y caía hasta el borde de la ventana e incluso al asiento, caída que amortiguaba volando cortito. Yo la miraba sin miedo (no sé por qué, si esos bichos me dan pánico) y después del cuarto intento ya le daba ánimos y pensaba ¡Dale avispita! ¡Tú puedes!.. (otra Luismería vergonzosa, para una sola mañana). La avispa volvía a caer y así… se levantaba una y otra vez con paciencia, y volvía a subir lentamente.

Finalmente, cada vez llegaba más y más arriba hasta que de pronto tocó el borde de la ventana y desapareció. Casi no la vi salir. Simplemente desapareció. Tuve la sensación de haber asistido a una situación grandiosa, en la que se expresaba toda la sabiduría, toda la magnificencia del universo en todos sus detalles y sobre todo a un regalo de la Diosa, a un mensaje que se me había entregado con la finalidad de que lo aplicara a mi vida y a mi momento, que padecía de un superávit de sinsabores y un pequeño déficit de luminosidad en la tarea ésta, de intentar darse a la fuga de las incertidumbres.

La imagen de la avispa subiendo y volviendo a subir se quedó varios días dándome vueltas alrededor (y eso que no volaba, dijo la Luisma otra vez). Pero nunca pude descifrar lo que significaba ese hecho que presencié, lo que no ha dejado de desesperarme un tanto, puesto que tengo la certeza absoluta que había allí un mensaje para mi, un mensaje “personal e intransferible”.

No es que me olvide que la verdad “no es lo que A dice, si no lo que B entiende”, como me dijo sabia y graciosamente mi amiga Paulina hace unos años, en una esquina del oscuro Ovalle de mis recuerdos. Y tbn recuerdo vagamente el concepto de huella y de símbolo, que en sí mismos no portan significado alguno, y que es la humanidad (me niego terminantemente a decir “el hombre”) quien le atribuye su significado hasta muchas veces transformarlos en significados “universales”, sí sí, racionalmente lo tengo requete-sabido, pero hay cosas en la historia vital de las personas, la mayoría de las veces las más importantes; que no son racionales. El inventor de la máquina de coser, hasta donde leí, dio con su invento por un sueño… una “tincada” como diríamos en Chilito. Y así, podría seguir, pero el tema de este post no es la racionalidad y ni la crítica a la razón pura; si no una llamada para los inconscientes y/o los subconsicntes más despiertos y dialogantes que el mío, a ver si alguien lee, lo que yo no pude, por eso apelo a esa frase de “Sambayé” de Eduardo Gatti, aunque no sé si viene realmente a cuenta o no: “Espíritus del mundo, somos todos un pueblo; pueblos del mundo somos todos un espíritu”…

VENIDA

Prefiero no poner prefijos, al final, como suele decir mi compañero "podría salir mal". No es que de malvenidas, pero prefiero que el que venga, venga sin grandes parafernalias. Por otro lado no sabré si alegrarme de las "venidas" hasta que no las vea y las lea...