viernes, 15 de agosto de 2008

SUDAMERICANOS, NO

No es por nada, pero estoy un poco aburrida de que en un país de habla española (como es el caso de España, por obvio que suene y tbn el caso del mío, Chile y de mis vecinos naturales; léase Argentinos, Bolivianos, Peruanos, etc.) se nos trate (y nos automencionemos tbn) como “Sudamericanos”. La palabrilla me molesta por varias razones, pero vamos a lo primordial:

Primero que todo: la palabra NO ES Sudamericano. Sino SURAMERICANO (o SURAMERICANA, en mi caso y en el caso de la mitad de la población del cono sur de América).

Vamos a desmenuzarlo: "Sud- americano” proviene del gringo South american o South America que significa lo obvio “Americano del Sur” o “América del Sur” . Su fonética más correcta sonaría así como “Souz american” o en último caso “Suz american”, de lo que, como gente inteligente comprenderán, proviene este típico “sudamericano”. Pero esto no es todo:
Ya hemos visto que la palabrita que usamos es en realidad un anglicismo mal pronunciado. Pero por si fuera poco, este anglicismo ha dado pie a todas las connotaciones que ya sabemos: Desde el Sudaca a secas por que sí, (“Suraca” al menos sería más real… sí somos del sur) hasta la correspondiente y por cierto errónea connotación que sudamos mucho y que se supone que se nos nota, cuando en realidad el suremericano promedio es bastante cuidadoso con su higiene personal, por nuestra higiene personal (nuca olvidaré un día que viajaba en el metro de Stgo y se subió una familia “notablemente europea” rubios y altos y además se ve que o hablaban… más bien tenían una enfermedad a la garganta… el olor los anunció antes de entrar al vagón y bueno, el chileno es acogedor… pero tuvimos que alejarnos un tanto y curiosamente todos empezamos a mirar las ventanas… es que no estamos acostumbrados, salvo en casos de pobreza más bien extrema).

Otra acotación no menor: Es del todo cierto que Suramérica suda… es sólo cosa de tomarse la molestia de leer “Las Venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, un libro para almas profanas en el tema de la historia, para conocer el origen de la pobreza de mi maravillosa “Patria Grande” como solemos llamarla algunos y por cierto que ya han pasado más de 20 años de los tiempos descritos en sus últimas páginas. Ojalá alguien que lea esto pueda recomendar una lectura más actualizada. La pobreza no nos redime y menos nos beatifica, pero tampoco nos quita valor en sí misma. Por el contrario si bien puede crear situaciones sociales de inadaptación, por decirlo de algún modo, puede crear personas solidarias, creativas, empáticas y luchadoras. No se pierda esto de vista. Aunque acá en Canarias recordar este punto es casi innecesario, puesto que esta es una tierra dulce, que cuenta con más de un pasaje de su historia en común con nosotros, que no olvida sus propios malos tiempos y que suele recibirnos con Amor.

No me gusta “sudamericano”, ni sus connotaciones; me gusta SURAMERICANO y más aún, me gusta “Americanos del Sur” y sus connotaciones (gente del sur, tan americanos como los del norte). Qué lindo que nos reconozcan nuestra “americanidad” (que no es lo mismo que “americanismo”) y nuestro ser del Sur, es como si cada vez que nos llamaran “Sur americano” volaran ante nosotros, un soplo de los Andes, el perfume de las selvas, los pájaros, las frutas, el desierto de Atacama y sus colores, y para los chilenitos, el Pacífico frío y manso, mojando nuestros pies.

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